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América latina y su basta sobra de plásticos por todas partes
15/10/2019
Se sabe que toda
américa latina enfrenta la problemática de residuos de
plástico de un solo uso que terminan en el ambiente, la conciencia sobre
la necesidad de una acción urgente está incrementando en esta
región la cual tiene el segundo mar más contaminado con plásticos en
el mundo.
Los turistas terminan de
comer frente al mar dejando el residuo de plástico, ya sea un vaso, plato o
cualquier otro utensilio mientras que el viento arrastra el
plato que hace solo un segundo estaba en la mesa. A pocos metros, una familia local consume refresco
desde una botella de polietileno tereftalato (PET) que poco después terminará
en las aguas del Caribe.
En
Cuba, las bolsas de plástico de los mercados han sido parte inseparable de la
vida cotidiana durante más de dos décadas. Consideradas casi un símbolo de
estatus en los años 90 cuando empezaron a difundirse de la mano de la apertura
de las primeras tiendas en pesos convertibles, son actualmente usadas para una
gran diversidad de tareas diarias: desde reparar una tubería rota, hasta
cubrirse la cabeza en un día de lluvia. En la Bahía de La Habana se les ve
flotar junto a las botellas y las latas de cerveza en las oscuras aguas que
huelen a hidrocarburos.
Lo
que ocurre en la Isla es parte del drama que se vive en todo el continente.
Según un informe de Naciones Unidas, un tercio de todos los desechos generados
en las ciudades latinoamericanas terminan en vertederos abiertos o va a parar a
la naturaleza. Cada día, unas 145.000 toneladas de residuos se eliminan de
forma incorrecta y solo un 10% vuelve a usarse gracias al reciclaje o la
aplicación de diversas técnicas de recuperación. Algunos países como Chile, Perú
y Costa Rica han plantado cara legal a esta situación, mientras que otros como
Jamaica y Panamá empiezan a trazar alianzas regionales para evitar males
mayores.
Pero
el problema tiene otras raíces que se hunden en la educación, la formación
medioambiental y hasta la autonomía o el poder de la sociedad civil para
hacerse escuchar.
Por:
Montserrat Díaz
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